La historia de Cundinamarca, hablando como territorio
geográfico registra una importante antigüedad, pueblos antepasados que la
habitaron “10.000 años antes de Cristo, asentamientos temporales de
Recolectores – Cazadores” permanente investigaciones como las de José Virgilio
Becerra, Fabio Aguirre, Martínez Celis, Gripi Colombia entre otros, nos confirman
el gran desconocimiento que tenemos de nuestros orígenes, aún más cuando se
insiste en hablar de fundaciones hispánicas como el nacimiento de nuestros
pueblos, cuando me parece lo más absurdo, teniendo en cuenta la gran
destrucción de social y cultural de las comunidades ya existen a la época de la
llegada de los “conquistadores”; pero eso nos marcó de tal manera que nos fragmento en una mezcla
de culturas de las cuales no sabemos de dónde venimos y hacemos lo más fácil,
absorber cuanta farándula y moda nos muestra los medios de comunicación
económicamente grandes, buscando alabar y quizás buscar una identidad con lo de
afuera, manteniendo el desconocimiento de lo propio y la vergüenza que nos da
nuestro legado, herencia con extraordinarios saberes y costumbres encontrados en los estudios del
Arte Rupestre en el departamento; por ejemplo, el parque Arqueológico de
Facatativá conocido como las Piedras del Tunjo, en donde reposa pinturas de los
Muiscas y la época Herrera, estamos hablando mínimo de 1.000 años de
elaboración, por otra parte, los trabajos adelantados de preservación en
Tibacuy, la protección en las Piedras de Suesca, lo encontrado en Soacha,
Anolaima y el último yacimiento en la localidad de Usme en Bogotá, la historia
nos hace un llamado para que valoremos lo propio, no tenemos que buscar en otra
parte argumentos para consolidar una identidad, es un legado que debemos por lo
menos respetar y mantenerla, casos tristes como las Piedras de Chivo Negro en
mediaciones de Bojacá y Madrid, el Arte Rupestre encontrado en las cercanías de
la Laguna Herrera en Mosquera, lugares ignorados por quienes tienen la
responsabilidad directa de cuidar estos lugares elegidos por votos y no es excusa
el no saber del tema, simplemente es voluntad política para eso existen
especialistas en el tema, además de los mecanismos con el Ministerio de Cultura
o por lo menos apoyarse en el trabajo voluntario de los grupos de Vigías del
Patrimonio, quienes tienen una misión interesante frente al Arte Rupestre, que
se resiste en desaparecer.
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El arte rupestre desaparece a medida que desaparece nuestra identidad ancestral. Más que proteger la materialidad de las piedras, lo que debemos proteger, conservar y estimular es la noción de un vínculo con el pasado para afianzar una proyección positiva hacia el futuro.
ResponderEliminarEs una apuesta para la defensa del territorio y el cuidado del mismo.
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