
Somos conscientes
también que la tecnología ha permitido programar de una manera mucho más fácil;
pero no se muestra la esencia del que “juega con los discos”, rescatando temas
clásicos, dándole un toque con sonidos o efectos modernos, la mayoría es mezclar
una base más fuerte de lo normal en toda los géneros y eso está cansando a la
gente, es bueno contar con las versiones originales, se ha llegado a que todo
sueno igual, que pereza, que falta de creatividad ¿no les parece? para eso
tenemos tanta música a disposición o combinemos las opciones.
El trabajo
tiene sus complicaciones, exige disciplina, bastante paciencia y dedicación en
todo sentido, no solo en ciclar o empatar tema por tema, esas es otra cosa,
programadores que llevan tandas ya hechas son programadores no DJ, así mismo es
su sueldo, son los que se regalan por lo que les ofrezcan -pero los resultados
son obvios- el verdadero discjockey no
hace eso, es el que manda en la fiesta, claro está que no falta cuando se
programa solo y lo mejor en música y la gente se queda sentada, hay ambientes
imposibles; pero también está la fiesta
en donde se instala temas para iniciar y se gozan hasta el himno nacional.
Puede ser una pasatiempo o una profesión pero
ha
y que hacerla con mucha más responsabilidad, no es solo aislarse en el
cubículo y el mundo me importe, en lo personal trato de no programar temas
vulgares y no porque me asusten, eso dice mucho de la falta de respeto de quien
lo baila como borregos como quien la coloca, siendo cómplice del degeneramiento
actual, algún día serán padres y no les
gustaría que sus hijos bailaran temas que no tienen sentido que porque supuestamente
es lo único que está sonando, acaso no tenemos el carácter suficiente de
programar buena música con mensajes chéveres de respeto y alegría o es que solo servimos para las vulgaridades
de lo que nos trae la cuestionada “moda”, haysi sale el dicho, ¡apagué y vámonos!